A pesar de su fama y arrastre, la actriz aun no logra cintas con una gran taquilla que avalen su talento

Las redes sociales, la publicidad, la televisión. Solo hay un lugar en el que Sydney Sweeney no es la mujer más popular del planeta Tierra: el cine. La actriz de Euphoria solo tiene en su currículo una película que pueda considerarse verdaderamente relevante y se trata de Érase una vez en Hollywood, en la que apenas figura en dos planos y es poco más que una extra. Respecto a la taquilla, Cualquiera menos tú, que superó los 220 millones de recaudación, es la única excepción en una filmografía que no lleva a espectadores a los cines.

La dos veces nominada a un Emmy (por Euphoria y The White Lotus) no logra asirse a la gran pantalla. Tampoco a su versión en miniatura, el estreno directo en streaming, como fue el caso de Echo Valley, que este verano se incorporó al catálogo de Apple TV+ sin hacer ningún ruido. Si bien es injusto hablar de fracaso al describir la taquilla de Immaculate o Americana, el alcance de estas películas queda muy lejos del revuelo mediático generado por su protagonista. Y quizá haya una razón para ello.

Dejando a un lado el éxito de Cualquiera menos tú y el estrépito de Madame Web (con el que la propia Sydney Sweeney bromeó en un monólogo para SNL), la mayor parte de las películas de la actriz se mueven en una zona gris que suele arrojar beneficios antes de esfumarse de las carteleras tras un par de semanas. Lo que un alto porcentaje de la filmografía de Sweeney tiene en común es su querencia por directores debutantes o de poco renombre (de nuevo, Tarantino queda al margen, así como Eden, de desangelada taquilla pese a ser obra de Ron Howard), lo que deposita en ella o en su coprotagonista todo el peso de la promoción.

Estudios como Lionsgate, tras Americana, son precavidos con las películas de Sweeney y les confían una distribución limitada, lo que, por una parte, permite que rara vez den pérdidas, pero también las condena a una taquilla discreta. Sin embargo, uno podría preguntarse qué ocurre con la filmografía de Sydney Sweeney más allá de los números. Y es aquí donde las responsabilidades de la actriz crecen.

Sydney Sweeney es una estrella de la televisión, de la moda y un mito erótico en un mundo en el que estos ya no se producen. Pero no es una estrella de cine, porque, por el momento, carece de ese imán implacable que arrastra a oleadas de público a salas con el mero cebo de ver su rostro en pantalla grande. 

El horizonte inmediato puede cambiar esta tendencia, ya que Christy (de nuevo, película de expectativas moderadas que ha sido vista con indiferencia por la crítica) se plantea como principal remedio a una filmografía que no genera ninguna conversación cinematográfica. Aunque Christy replica el molde más convencional del biopic deportivo, la interpretación de su protagonista podría llevarla a las galas de premios y provocar, de paso, que alguien vaya por fin al cine porque “en esta película actúa Sydney Sweeney”. 

Fuente: La Butaca